LA ADMINISTRACIÓN TRIBUTARIA VA DE CACERÍA AL ZOOLÓGICO

César Augusto Domínguez Crespo

Cuando vemos que la Administración Tributaria fortalece sus mecanismos de control o de fiscalización, notamos que lo pone en práctica con los contribuyentes cautivos, aquellos que constan en sus registros.  Es decir, intuimos que echan mano de sus sofisticados sistemas de fiscalización con los contribuyentes que más cerca tiene, los que de manera cumplida presentan sus declaraciones.  De ahí es que bromeamos diciendo que al fisco le gusta ir de cacería al zoológico.  Así, saltamos de lo sublime -una administración moderna- a lo ridículo -un cazador que busca sus presas dentro de un zoológico.  Y es que imagine lo absurdo de esa imagen: un cazador profesional, con sofisticados equipos, apuntando a los rinocerontes o a los elefantes que encuentra enjaulados mientras camina, para después presumir los trofeos.

El Oficio DGT-134-2022, del 16 de febrero de 2022, dictado por la Dirección General de Tributación (DGT), viene a confirmarnos que, lamentablemente, en los últimos años la Administración Tributaria se ha dedicado a ir de cacería de contribuyentes al zoológico que conforma el Registro Único Tributario.  Claro, el oficio no lo dice así, pero se desprende al ver que dicho oficio deriva de una consulta que la Dirección de Control Tributario Extensivo (DCTE) hizo, en la que presenta argumentos que “redundan en considerar que es la DR (Dirección de Recaudación) la encargada de control, formación, mantenimiento y actualización del Registro Único Tributario”.  La respuesta que da la DGT es que: es la propia consultante “la encargada de gestionar los procesos de control, sobre el cumplimiento formal y material de las obligaciones, debiendo aplicar tales funciones no solo en los obligados tributarios omisos, sino también en los ocultos”.  En su respuesta, la DGT muestra fundamento normativo suficiente que lo sustenta.

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